"Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos"
M. Benedetti

sábado, 22 de marzo de 2014

Yo

Este es un post lleno de odio. Vomito mis vísceras en estos párrafos. Te recomiendo que no lo leas, no quiero ofender susceptibilidades. Pero no quiero tragarme tanta mierda y que me pudra por dentro. 


Llevamos casi tres días navegando. Ayer o antes de ayer, ya no me acuerdo ni me importa, escribí esto:

Ya no soy yo. Soy esto. Ahora soy eso, un objeto. Imagínense que pienso. No se lo imaginen, sólo supongan lo que siento. Siento que ya no soy yo, al menos ya no lo seré en mi estado natural y salvaje.
No los oímos llegar, vivíamos en los árboles, en la selva. Éramos libres. 
Pero les doy la derecha. Supongan que ni siquiera siento, que mi vida es un transitar ridículo y salvaje hasta el momento de mi muerte (concepto que desconozco) pero en este absurdo transcurrir ya no estoy donde estaba, estoy en un barco, en una caja diminuta llena de agujeros por donde apenas entra un poco de aire. 
Alrededor muchos otros animales sin pelo. Inteligentes, civilizados. Pero tampoco sé el significado de esas palabras, solo créanme que conozco el miedo. Una soga me retiene de la cintura. Me sacan de la caja después de mucho tiempo. Unos ojos me miran con lastima, impotencia. Escriben. ¿Por qué nadie hace nada? Vos que me estás mirando arráncame de acá. Soltame y tírame al agua. Yo busco la manera de escapar. Esto es un río, hay selva alrededor. Ayúdame.
Pero no. Parece que no es cuestión de valentía. Su mundo es así, somos objetos, cosas. Yo, las tortugas, las vacas, los cerdos. 
La naturaleza está muerta, los inteligentes la mataron. Tomaré coca cola con mis nuevos dueños. Si, dueños, ahora soy un objeto. Y moriré posiblemente de un resfriado común en menos de cuatro días.
Pero no se preocupen, todos saben que nosotros, los salvajes, no pensamos.


Si, eso mismo. Un puto mono en una caja de zapatos, eso me da bronca. 

Al rato lo dejan suelto, siempre con esa soga que cuelga de su cintura. El mono se agarra de Agustina, se le trepa y se le sube a la cabeza. Se aferra a su rodete y se duerme. Duerme horas, ella no se mueve, el mono caga y mea sobre su cabeza y sus brazos. Agustina no se mueve, no va al baño. No va a buscar la comida de mierda que te sirven en el barco. Se despierta (el mono, no Agustina). Le damos de tomar y de comer. No quiero acariciarlo, él no tiene que estar ahí. Pero ya mataron a su mamá en la selva, lo arrebataron de su naturaleza. Tiene miedo en su mirada. Nunca más, en el poco tiempo que le quede de vida, se sentirá en casa.




Pienso, esto es tráfico de animales y yo estoy al lado, casi que soy cómplice. 
Se hace tarde, le alcanzamos el mono a sus “dueños”. Sí dueños, recuerden que ya perdió su individualidad, ahora es una cosa. Nos dormimos.

Otro día en el barco, el mono vuelve a la cabeza de Agustina y se repite la rutina, duerme (durante la noche no lo hace, sólo emite pequeños gritos en su casa de zapatos). Me siento al lado de ella, el mono sigue durmiendo en su cabeza y Agus lo mira con un espejo. Me dice “es la criatura más linda que vi en mi vida”, me enojo con ella injustamente. Le digo que no es una cosa para apreciar, que no es un objeto. Ella lo sabe y conoce mi bronca, quizás por eso no me putea aunque lo merezco.


Y en ese momento de bronca máxima, como llegando al orgasmo de odio, veo una caja (de los mismos dueños) cerrada con cinta y varios agujeros, escucho como un piar, son pollitos imagino, los puteo por dentro un poco más.
Y en pleno debate interior, veo como una mano sale por un agujero intentando buscar algo, quizás la libertad. Es otro mono, le acercamos unos frutos que no sé cómo se llaman que trajimos de la selva, la mano sale por el agujero y lo agarra rápidamente. Tiene hambre y sed, Agustina y Cheche le dan agua con una cuchara por entre uno de los agujeros. Vemos en el reflejo de la cuchara su lengua, tomando y tomando y tomando. Repetimos varias veces la acción.

Agustina le pregunta a uno de los “dueños” muy amablemente cuantos hay en la caja y para que los llevan. Le contentan que hay uno solo pero que es más grande, que no va suelto como el otro porque muerde (pienso en la frase “más peligroso que mono con navaja” y barajo la posibilidad ridícula de prestarle al mono mi navaja para que haga justicia). Le comentan también que lo llevan para mascota y que el grande va a una jaula porque muerde, claro.

Subo a la parte de arriba del barco. Pienso que soy un cagón, que tendría que sacarle los monos y llevarlos ¿A dónde? Sigo pensando que soy un cagón.
Agustina sube, se sienta al lado mío y empieza a llorar. No me queda otra que callarme y abrazarla. No quiero llorar, la bronca me seca por dentro. 

Si seguiste leyendo, si no hiciste caso a mis advertencias, quiero que putees a este tipo conmigo. Quiero que lo odies conmigo y barajes la idea de la navaja y su cuello. Quiero que imagines al mono saltando de rama en rama y ahora lo veas en una jaula hasta que muera de tristeza o de un puto resfriado. Quiero que te imagines a ese pájaro que tiene alas para volar y lo ves en cualquier casa de vecina encerrado en una jaula. ¿Será que todo carece de sentido?

Ahora, quiero pedirte un último favor. Quiero que mires tu plato de “comida”. ¿Qué diferencia hay entre ese mono y tu matambrito de ternera? ¿Lo ves? ¿Qué diferencia hay más que cultural, más que geográfica? ¿Qué diferencia hay entre la vaca gritando mientras arrastran a su ternero y ese mono muerto en la selva que le roban su cría? Ahora pensá de nuevo en este tipo que lleva los monos ¿No es tan cómplice del cazador de animales como el que va a la carnicería a comprar un kilo de asado y es cómplice del matarife? Sin demanda, no hay oferta de muerte.

¿Cuántos tiempo más podemos hacernos los boludos? ¿Hasta cuándo?

Pienso en el tío de Peter Parker (Spiderman) y en la frase “grandes poderes conllevan grandes responsabilidades”. Saber la verdad conlleva ser consecuente o ser cómplice.


Disculpen todos, pero a veces, de tanto en tanto, necesito vomitar.

                                                                        Pumba

1 comentario:

  1. Instinto nomade!! que buen nombre! que buen viaje! que buen relato! gracias por compartir esto, creo que nosotros los viajeros no solo debemos mostrar nuestras fotos bonitas, debemos de mostrar la realidad de donde vamos, no podemos ser indiferentes! donde estáis?? yo estoy en Ecuador también en Puyo, yo viajo con mi kombi, no tengo plan fijo, hace 4 meses estaba de paso pero me pare en la Amazonia para apoyar la campaña para salvar el Yasuni, que es la reserva con la mayor megabiodiversidad del mundo, salvarla de la explotación petrolera y todo lo que eso trae, y un ejemplo grande es lo que ustedes están contando, me encantaría contactarme con ustedes, son bienvenidos en casa, estamos viviendo en un parque botánico precioso, todos los días salimos a recolectar firmas para que se lleve la consulta popular por el Yasuni, es la ultima opción que nos queda. Allí viven pueblos que están en peligro de desaparecer y valiendonos de la ley que los protege, estamos luchando , solo nos queda 10 días para entregar las firmas, estamos dandolo todo, seria un placer de compartir, les dejo el link de mi pagina en facebook, les sigo, sois grandes!! https://www.facebook.com/elviajedelamariposa.blogdeviajes

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