"Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos"
M. Benedetti

domingo, 23 de marzo de 2014

La Rusa nos lleva por el norte peruano

Luego de conocer Iquitos, no nos quedaba más que partir hacia el norte de Perú. Pero esta vez el viaje sería muy diferente: nuestros amigos Caro y Cheché nos invitaron a ser parte de la Rusa, una chata soviética naranja, bien grande y ancha. Capaz de albergar cómodamente a cuatro viajeros juntos.


Esa invitación fue la puerta para vivenciar el sueño de cualquier viajero: andar por las rutas en transporte propio, con una casa rodante a cuestas, sintiendo la libertad a través del viento que entra por las ventanas.

Así transcurrieron los días desde Chiclayo a Máncora, de ahí hasta Punta Sal, y luego hacia la frontera para pasar a Cuenca, Ecuador.

Fue un recorrido largo, con varias paradas en el medio de la nada, con la compañía de lindas charlas y buenas comidas. La música a todo lo que da, eligiendo cada cd para cada tramo recorrido, cantando mientras miramos por la ventana.


Se armaron dos grupos de coequipers, Cheché y Uli al volante mientras que con Caro tejíamos en la parte de atrás o simplemente nos echábamos grandes siestas. Luego Caro manejando y yo al lado cebando mate, en silencio, viendo los imponentes paisajes en frente mío, sintiéndome tan chica en un mundo tan gigante.

La Rusa en rutas llanas es una diosa, avanza elegante como si hubiese pisado esas tierras varias veces atrás. Lenta, pero con un paso constante, no da signos de querer parar o de cansarse. En cambio, cuando la llevamos por rutas altas, que sólo suben y suben hasta llegar a los 1500 mts de altura mínima, empieza a lanzar sus gritos en forma de burbujas calientes que hierven y calientan el motor. Y ahí paramos… la acariciamos y le damos palmaditas para que no se enoje.

No recuerdo haber visto un atardecer mas lindo que el de las playas de Máncora. Gracias Caro por captar esos momentos con tu Cámara.



Así que viajar en grupo, con semejante hogar, sólo nos da más victorias en esta guerra al tiempo que estamos librando. Desaparecen literalmente las distancias, las corridas, las horas. Mueren, las matamos, las transformamos en simples números sin valor.

¿Y que llega a producir la gigante naranja? Y… por ejemplo, que un tipazo en este caso llamado Vicente de Punta Sal, nos invite a estacionar en frente de su casa, tan solo con vernos viajando en combi. Que este personaje, tan bondadoso como alto, nos ofreciera más de lo que tiene, invitándonos a conocer a sus amigos y vecinos, que pronto se unen al gran grupo itinerante. Así también pudimos conocer a grandes como Pablo el cordobés y el gran cocinero Lucho, personas que llenan nuestra estadía allí con miles de anécdotas y risas. Vicente, gracias por tanto en tan poco tiempo, seguí iluminando el camino de los viajeros que se cruzan con vos como lo venís haciendo hace años.

En el centro, el gran Vicente. Debajo de Uli, el super Pablo!
Los atardeceres en Punta Sal son famosos, queda comprobado el por qué..

Te despertás y te saluda semejante montaña...
Viajar en mototaxi y sentir el vértigo de la velocidad
Escribiendo bajo el calor del sol...
¿Y qué decir de Carola y Cheché? En cada palabra nos une en un sueño compartido, nos conocemos hace tres meses pero pareciera que somos amigos desde chicos. Nos reímos de las mismas cuestiones, reflexionamos juntos sobre nuestras vivencias, producimos artesanías a la par, viajamos viviendo… o vivimos viajando como forma de vida nueva, que sería casi lo mismo.

O te amigas con el desorden... o morís en el intento.
Carola no puede dormir sin almohada, sonríe con un hermoso grito tirando la cabeza hacia atrás y le gusta comer huevadas a mi ritmo, siendo la compañera perfecta para pecar. Cheché tiene un don: te llora en menos de tres minutos, chorreando moco a lo loco. Cocina una exquisitos brócolis al dente y pone caras zoolanders para cada foto que surge.

Si pudimos hasta ahora solo queda decir: al infinito y mas allá!!!
Todos juntos, los cuatro, sentimos que podemos llegar hasta donde sea… y no dejamos de soñar despiertos (porque hasta el día de hoy ésta sigue siendo una actividad gratuita): planeamos futuros viajes juntos… el mapa ya nos va quedando muy chico.
Quedó claro?

                                                                             Agus

2 comentarios:

  1. Hola Agus: Se los ve tan LINDOS !!!.... y FELICES !!!!! a los cuatro a bordo de la Rusita . No podría ser de otra manera no?.... Transmiten tanta alegría que de pronto me doy cuenta que mientras miro esos maravillosos paisajes, esos atardeceres increíbles y leo sus comentarios se dibuja una sonrisa en mi boca... Siempre que los miro saludando a bordo de esa casa rodante , recuerdo la imagen de esos artistas de teatro ambulante... de titiriteros de pueblo en pueblo....Es una imagen muy dulce.... Te quiero y los quiero!!!!! Amelia Susana

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